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martes, 14 de febrero de 2012

"Tono" en la armónica; como trabajarlo

Un día uno de los grandes maestros que he tenido a lo largo de mi aprendizaje, y que lo sigue siendo hasta el día de hoy y siempre lo consideraré como tal; y a quien también yo reconozco como uno de los grandes referentes de la historia de la armónica de Argentina (estoy hablando de quien todos conocemos: el gran Mariano Massolo) me contó, en medio de una explicación del “vibrato de garganta”, acerca del “Tono” en la armónica. Yo le pregunté, medio como con cara de “no entiendo absolutamente nada”... : “¿Tono?” (Pensando que, en una de esas, se refería a la tonalidad de una armónica específica, o la tonalidad de una canción, jej). Aclaro que, hasta entonces, eran tiempos en donde yo apenas conocía cuanto se podía profundizar el vibrato de garganta; y sino me equivoco fue en una de esas primeras clases, cuando me enseño este efecto del vibrato, en profundidad.  “Si, tono…” me dijo. “Es eso que tenía Hugo Díaz, y los grandes bluseros…”, y prosiguió con la explicación. Ahí entendí, después de algunas indicaciones más detalladas, que el término “Tono”  se refería, además, a la profundidad, amplificación y resonancia en la armónica. De hecho, después me di cuenta que la palabra Tono se terminaría utilizando más para esto que para cualquier otra cosa, en la “jerga” del armoniquista. Bueno, continuemos…

Tono: amplificación y resonancia en la armónica.

Ahora bien, la pregunta siguiente es como podemos “incrementar” el tono en nuestro sonido. Cuando uno comienza a tocar la armónica, lo más común es que casi no tenga tono. De hecho, es algo que se va desarrollando fundamentalmente con el tiempo y la práctica, y se va acrecentando a niveles casi insospechados, cuanto más practicamos el vibrato de garganta; si tocamos de tapado y, además, utilizamos los resonadores nasales, agregamos un porcentaje de tono aún mayor a nuestro sonido en la armónica.

Es muy común escuchar a armoniquistas como James Cotton, Carlos del Junco, Hugo Díaz, Franz Chmel, Kim Wilson, con un tono increíble. Mariano Massolo solía decirme algo que su maestro Carlos Del Junco le había enseñado, y era que el tono en el armoniquista es algo así como lo es el paso del tiempo en un "vino añejo": cuanto más uno toca y más lo practica, a lo largo de los meses y años, el tono en el músico es cada vez mayor y mejor… “Más rico”, se puede decir.

En fin, si practicamos el vibrato de garganta, sin duda que iremos obteniendo, como efecto “colateral”, muchísimo tono en la armónica. Es el camino para ir incrementando este fenómeno en nuestro sonido, y el más determinante. Lo fundamental es abrir lo más que se pueda el cuello cuando vibramos o tocamos, para que la resonancia sea mejor, y mayor. Sería algo así como tratar de abrir el cuello "como un sapo”.
Otro camino paralelo al “vibrato”, para obtener  mayor porcentaje de tono es, como dije anteriormente, la técnica de tapado. Tocar de costado hará que sonemos más “llenos y gordos”, que tocando “de punta”; y, por ende, con mucha más profundidad. Estos dos caminos, aplicándolos e incorporándolos con mucha práctica y paciencia, nos darán un enfoque preciso y puntual para comenzar a interiorizarnos en la búsqueda del preciado tono. Y, finalmente, también está el otro recurso que nos puede servir a la hora de sumar recursos para el incremento “Tonal”: y son los resonadores nasales (los de la “máscara” de la cara, esos que usan los cantantes para resonar la voz). Y aquí debo hacer un importante paréntesis, y agradecer a mi amigo Guillermo Soster, el excelente armoniquista del sur de Buenos Aires, quién en momentos de crisis existenciales acerca del tono y del vibrato, me tiro esta soga de los “resonadores”.  Si no fuera por él, todavía estaría vagando en las tinieblas en mi búsqueda espiritual con el instrumento. Estos resonadores nasales,  vienen a cumplir la función que desempeñaría la “caja” en una guitarra clásica. Es en ellos donde resuena y vibra el sonido, y los cantantes lo deben saber muy bien (además de otros resonadores que ellos utilizan). Usando dichos resonadores nasales, conseguiremos colocar adecuadamente el sonido, vibrar de mejor manera, y hasta lograr pequeños armónicos en el sonido de la armónica.  La manera de encontrarlos a estos resonadores es pronunciando, sin la armónica, la letra “N”, o diciendo “Ña, ña, ña” (ya que son como orificios que se encuentran entre la piel y el cráneo, para que se den una idea; y no los podemos ver). De hecho, el vibrato de garganta se suele trabajar mejor cuando se coloca el sonido en estos resonadores nasales (se puede doblar mejor la nota, se corta menos el vibrato, y es más fácil ir frenando la velocidad, cuando lo querramos hacer más lento).

Imagen de resonadores nasales, e imagen de laringe:




Hay también otras maneras más para incorporar aún más tono en la armónica, como por ejemplo, utilizar una buena respiración y un toque desde “el diafragma” a la hora de tocar, es decir, tocar desde la panza. Todas estas herramientas y alguna más que me pudieron haber quedado afuera, nos darán a los armoniquistas la posibilidad de lograr un nuevo y diferente sonido en nuestro instrumento, y nos permitirán desarrollarlo hasta lugares que no nos podemos imaginar.

A continuación, un video de Franz Chmel, donde podemos apreciar claramente este fenómeno del "tono"; tomen nota de la distancia que hay entre la armónica del maestro, y el micrófono.

http://www.youtube.com/watch?v=_94XZp3cGdY

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